Archivo para 2011

Transcurría la década del ´50 y  estos personajes aún constituían una parte nutrida y pintoresca  del folclore campesino de la pampa gringa, eran peregrinos que brindaron  un marco involuntario, simple e innovador dentro de la vida monótona del lugar. Por ello, creaban un matiz transitorio de humor y entretenimiento. Se los llamó peyorativamente “crotos” y, con eufemismo, mendigos o linyeras ¿Por qué crotos? En el año 1920, siendo gobernador de la provincia de Buenos Aires, José Camilo Crotto, sancionó el Decreto 3/20, por el cual se autorizaba y permitía a  los peones rurales   viajar gratis sobre los trenes de carga, incluido  su equipaje, el que consistía en algunas ropas viejas contenidas en  paños de arpillera y atadas las cuatro puntas entre sí. En consecuencia, pronto el vocabulario popular extendería la denominación de “croto” a todas las personas que evidenciaron extrema pobreza y alma de vagabundos, incluso era el modo de augurarle el futuro a un joven con pocas ganas de trabajar. (más…)

Una tormenta podría abatirse de diversas maneras; tal  vez con un prólogo de viento fuerte e intensa polvareda, si antecede una larga sequía en el lugar; y si manifiesta un posterior frente de nubes, el cual tiene tonalidad verdosa y densa, indica grandes posibilidades de granizo; y con mayor amenaza aún si es entre relámpagos y truenos. Finalmente la lluvia. Todo este ciclo, conformado por las etapas expresadas, es sólo probable; pues, como decían en el pasado los abuelos campesinos, “el tiempo siempre hace lo que quiere”.  Entonces, lo único cierto, en lo inmediato, es lo que vemos con nuestros propios ojos: la tormenta, que se sustancia progresivamente y jamás vendrá de golpe. (más…)

El ser humano se integra con dos partes; una, la espiritual; otra, la material o biológica. En cambio, los animales carecen de la primera (aseguran los que dicen saber); no obstante, será por memoria asociativa, instinto de conservación, o lo que fuere en realidad, ellos cuidan el medio ambiente, lo reconstruyen permanentemente y viven en perfecta armonía con el mismo

 ¿Y nosotros? Autodenominados “seres superiores”, por ser los únicos que poseemos el “raciocinio”; pero en la práctica demostramos a los animales haber descendido varios escalones en los valores ecologistas, porque somos capaces de generar energía atómica; además de utilizar recursos no renovables, tales como el carbón y el petróleo; también realizar pruebas nucleares, incendiar montes y campos, desaforados que talan bosques, la contaminación de espejos de agua…y hasta la simple, pero dañina y penosa, quema de neumáticos en las manifestaciones de protesta. (más…)

 El hombre debió trabajar desde los orígenes de la humanidad, su propia existencia imponía esa condición básica, y la predisposición nació del espíritu inducido por el cuerpo, porque necesitaba procurarse los alimentos diarios y un sitio donde guarecerse, sea éste una choza, un rancho o una simple cueva en las entrañas de la tierra.

 De esta manera,  el instinto de conservación individual demandaba trabajar, incluso este sentimiento se extendió por natural solidaridad a la familia, producto de su descendencia. De tal modo, podría afirmar  que el trabajo es tan antiguo como la vida y lo registramos en todas las especies vivientes, también en los animales  primarios de nuestro mundo. (más…)

Cuando estudiaba “Instrucción Cívica”, allá lejos en mi tiempo de secundario, como alumno libre y autodidacta, una frase en especial me llamó la atención, y la misma expresaba: “Si una persona transita por la vereda con un martillo en su mano, y al pasar cerca de una vidriera, en un arrebato la golpea con esa herramienta y saltan en pedazos los vidrios. Entonces, en este acto ¿Quién tiene la culpa? ¿Acaso el martillo?”

 La respuesta es realmente una perogrullada; es decir, demasiado obvia ¿Verdad? Sin embargo, en los últimos tiempos y en los accidentes de tránsito, de manera sistemática, aparecen muchos “especialistas” y otros  muy profanos involucrados que a toda costa quieren demostrar que la culpa la tiene “el martillo”, el cual, en esta metáfora, equivale a la “fatalidad” (más…)

Así podría titularse esta historia real, acontecida con el personaje de un pueblo de la zona piemontesa, en  la provincia de Córdoba; transcurría la década del ´80 cuando un conjunto de parroquianos decidió conocer las Cataratas del Iguazú y, en el regreso, al caer la tarde incluirían además la posibilidad de presenciar el espectáculo de luz y sonido en las ruinas de San Ignacio. A alguien del grupo organizador se le ocurrió invitar a Lencho, un fornido sujeto de prominente panza y con voz de trueno, de unos 60 años de edad y pródigo en exóticas exclamaciones; reacio el hombre para salir de su casa y más allá de los límites de su pueblo, pero habitué del boliche del lugar; en consecuencia, fue necesario realizar presiones convergentes para que, al final, lograran el propósito y Lencho también  viajó. (más…)

 Son grandes recipientes rectangulares, de chapa muy gruesa y los depositan en la calle, como si fueran parte del suelo; pero no es así, están destinados a contener escombros, basura u otros desperdicios, generalmente de obras de albañilería.

 Están allí y albergan también una advertencia imaginaria; por  ejemplo: ¡Cuidado que por sobre de mí no podrán pasar! Y su acechanza es artera, pues no tanto durante el día porque los podemos divisar a tiempo; pero sí por las noches, como agazapados esperan a sus víctimas motorizadas o con tracción a sangre, da igual. (más…)