Los usos y costumbres se expresan por las formas de comportamientos que, a través del tiempo, una comunidad va adoptando en los múltiples actos que demanda la vida, mientras transcurre. Luego, esa reiteración de procedimientos en el tiempo se convertirá espontáneamente  en una costumbre, la cual se transmite de generación en generación, tal como una verdadera herencia cultural. Y  esa extensión, más la multiplicación de otras costumbres, se transforman  en patrimonio de una comunidad, cuya manifestación se consolidará a través de diversos modos, tales como instituciones, representaciones y expresiones orales, festivas o gastronómicas. Así,  con los años se irá perfeccionando la identificación de un determinado lugar en el mundo.

Porque los usos y costumbres, son tradiciones que anidan naturalmente en la memoria de cada persona y se consolidan en el curso de la historia, incluso prescindiendo de plasmarlas de manera escrita. Por ello, los usos y costumbres manifiestan el comportamiento normalizado de una comunidad determinada, es decir que la identifican y diferencian con respecto  de otras comunidades pertenecientes a cualquier  país o región del planeta. No obstante, también acontece entre las poblaciones que habitan un mismo país, aunque en menor dimensión y en sitios diversos y distantes entre sí. Por lo tanto, si se tratara de  países, la mayor diversidad se observaría en idiomas, bailes, conmemoraciones festivas, comidas, arte y deportes. Inclusive por la indumentaria habitual empleada en cada uno de ellos. En consecuencia, los usos y costumbres estructuran la vida en las distintas comunidades, porque son adoptados por sus  integrantes, con pleno convencimiento de pertenencia y de adecuación histórica.

Pero los usos y costumbres tienen, además, otra connotación. Por ejemplo, en el campo que denominamos derecho consuetudinario, el cual constituye una auténtica fuente del derecho y, por ello, en algunos países es valorado como parte que integra el sistema jurídico propiamente dicho. En consecuencia, allí donde las costumbres que son creaciones de la sociedad,  también sirven de base para las leyes y, a la vez, reflejan la tendencia ética de esa comunidad.

Y  con el propósito de ampliar la ilustración anterior, por un instante nos trasladamos a tan solo medio siglo pasado, donde veremos esta tendencia en dimensión inusitada. Para lo cual, debemos comprender que el mayor caudal de información sumado al paso del tiempo, tienden a igualar los usos y costumbres en todo el planeta. Pero jamás podría ser en todos y cada uno de los aspectos que integran la vida cotidiana de los distintos pueblos. Incluso, si la cuantía de información fuera aún más profusa. En consecuencia, si nos remontamos a aquel tiempo, veremos de modo palmario la individualidad y susceptibilidad reinantes entre los pueblos, aunque fueren muy vecinos entre sí, donde prosperaba una especie de rivalidad  en los usos y costumbres, fundada, tal vez, en un excesivo desarrollo del sentido de pertenencia o localía.

A modo de epílogo, podríamos afirmar con total propiedad que los usos y costumbres simbolizan  expresiones primordiales respecto a la cultura de un pueblo. Por ese motivo, son tenidos en cuenta como referencia fundamental para identificar una nación o, tan solo, una comunidad comarcal de cualquier lugar del mundo. Es decir que el contenido de los usos y costumbres excedería largamente el basamento jurídico eventualmente asignado.