Sí, en realidad, es tal como expresa el título. Dado que, en la materialización de un viaje, emanan múltiples sensaciones en el transcurrir de cada instante, y algunas de ellas suelen ser de alto voltaje emocional, mientras que la experiencia se deposita en el recuerdo. Es decir que de este modo perdura en el devenir, tal como un acontecimiento lógico. El cual, luego se convertirá, espontánea y naturalmente, en una especie de elixir que se proyecta desde el presente y hacia un futuro sin límites en el transcurrir del tiempo. Cuyo resultado carece de explicaciones convincentes en la medicina tradicional. No obstante, influirá decididamente en el bienestar anímico del viajero, porque somatiza de manera espontánea e inmediata los múltiples beneficios en su salud física. En consecuencia, muy pronto disminuirá la necesidad de recurrir a un volumen tedioso y continuo de medicamentos, en especial, para el aventurero adulto-mayor. Y, paralelamente, una buena cuota de bienestar y jovialidad crecerá en su comportamiento diario. Lo cual, continuamente redundará para beneficio personal y de su entorno, mientras dure el paseo. Luego dependerá de la propia memoria, cuya perdurabilidad natural hace posible reflotar los recuerdos en los instantes adecuados.

Por consiguiente, lo más importante sería prolongar en el tiempo, tal mejoramiento. Para ello es preciso no olvidar jamás que esa fortuna por estar bien de salud, en buena medida es producto del estado de ánimo positivo, cultivado durante un viaje placentero en este caso. Y cuyo itinerario partirá de la alegría por haber elegido adecuadamente la oportunidad y el lugar para la aventura, lo demás viene por natural añadidura, incluso la autoestima juega un rol muy importante en esta cuestión. Con todo, es necesario aclarar que ese bienestar es temporario y con efecto descendente en el futuro, donde la cúspide de esa mejoría siempre la hallaremos durante la realización de cada periplo. Allí donde es fundamental el impacto emocional que podría generar en el viajero. Por lo tanto, el resultado dependerá también del lugar elegido, la compañía con que cuenta y el aporte anímico que realice él mismo. Y todo lo demás es solo una consecuencia espontánea y natural. Es decir, de motivación lógica.

En el inicio del proyecto, es fundamental el esmero que conviene aplicar en la organización de cada aventura, donde tendremos que seleccionar un sitio general y, dentro de él, los diversos lugares a visitar, más los tiempos de estadía en cada uno de ellos. Medios de traslado de un punto a otro, alojamientos en categoría, ubicación y precios. Mientras tanto se disfrutará a cuenta durante la proyección sugerida, porque el ordenamiento general permite ir testeando las alternativas de la aventura concebida. Y, con ello, crea la seguridad respecto del itinerario a desarrollar cuando el protagonista esté sobre el lugar a visitar.

Por otra parte, es normal que, en este propósito de realizar un paseo, ante numerosas incertidumbres iniciales referentes a la organización de tal aventura y por su complejidad, se recurra a una agencia de viajes. En el lugar, rápidamente le propondrán un “paquete”, acorde con sus aspiraciones. Y todo eso aparece superficialmente como una solución integral e inmediata. Lo cual es innegable. Sin embargo, el resultado de andar y conocer de veras más intensamente, hará que cuyas vivencias se plasmen luego en el recuerdo con intensidades diferentes. Pues, si el viajero estudió cada sitio por recorrer y logró, de ese modo, un conocimiento previo importante de cada lugar, le resultarán “familiares” los itinerarios que luego realizará. Lo cual asegura que de ese modo el conocimiento y perdurabilidad de los recuerdos serán incomparablemente mayores. Con tal intensidad, que tenderán al límite de sentir que antes ya había estado allí. Y cuya sensación se proyectará en el tiempo con mayor nitidez y durabilidad, sin dudas. No obstante, en la distancia, todos los recuerdos tenderán a languidecer, pues así lo impone la naturaleza humana.