Entonces, cuando el desarrollo económico inducido por el avance tecnológico va en desmedro de la naturaleza ¿Qué hacer? ¿Cómo solucionamos o, por lo menos, cómo podríamos compatibilizar los inconvenientes generados?

Para lograr este objetivo debemos  empezar por  cuidar la vida, cuyo valor define al bien más sagrado; y para ello proponemos  brevemente algunas recomendaciones:

 -A la energía nuclear y la otra, obtenida a través de recursos no renovables, destinadas a  producir electricidad, por ejemplo, tendríamos que reemplazarlas por los molinos de viento, la acción solar y fuerza hidráulica; además de otros recursos que la ciencia y la tecnología vayan elaborando.

 -Los automóviles, camiones, buses, etc. que sean movilizados por energías alternativas; la eléctrica es una posibilidad, y comenzando con la tracción híbrida,con el agregado del biocombustible ¿Y qué habrá pasado con algunos experimentos muy avanzados  sobre nuevos combustibles, de los que jamás se volvió a hablar?

 -Las industrias que  en el proceso de producción usan combustibles no renovables; por lo menos deberían comenzar por emplear catalizadores adecuados. Pero, a la vez, inducirlas legalmente a que, en breve, instalen un cambio en el tipo y origen de energía consumida; y en la medida que el mercado proveedor lo haga posible. Y por sobre todo, necesitamos comprender que si un proceso productivo es seriamente contaminante; el mismo podrá  beneficiar a unos pocos, en el corto plazo; no obstante, a la larga perderemos todos; y los mayores perjudicados serán los que vivan cerca de  establecimientos  en cuestión. Por otro lado: ¿Alguien podría predecir dónde está el límite en la capacidad de absorción de la contaminación que tiene el planeta tierra?

 -La producción agrícola necesita funcionar con racionalidad; y  por eso jamás debiéramos destruir los montes nativos burlando leyes protectoras y derechos de los pueblos originarios. Tampoco emplear agroquímicos prohibidos en el Primer Mundo; los cuales aseguran graves daños a la fauna y a la salud humana.

 -Los montes autóctonos deben ser protegidos con leyes enérgicas e inexorables en la aplicación; evaluando siempre la situación con el asesoramiento de una organización ecologista para lograr, de este modo, la independencia de los intereses económicos en danza. Y nuestro propósito vital, en todo esto, será el de proteger los suelos y asegurar el régimen natural de lluvias en cada lugar de la geografía; además de proveer al mayor volumen posible en el proceso de fotosíntesis, la cual purifica el aire que respiramos. Si realizamos todo esto es porque consideramos que la ganancia en dinero es importante; pero la salud y la vida lo son mucho más.

 Finalmente, respetar el equilibrio ecológico es cuidar la vida. Por eso los gobiernos, primero deberían proteger a su pueblo; luego propender a que  todos tengan trabajo y así puedan ganarse el sustento como corresponde. Una población con buen nivel de salud es una población con un potencial de productividad superior, en términos económicos. Por consiguiente, la salud y el trabajo son dos pilares fundacionales, sobre los cuales se forjaron y continuarán fraguándose los “milagros” en el mundo.