Lun 30 Nov 2015
Seguridad jurídica o estabilidad política
Posteado por Carlos Evasio Maggi en Reflexiones
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En contra de toda lógica, suele tener vigencia la antinomia del título. Y esto, en mayor frecuencia, acontece dentro de países subdesarrollados y con elevado desorden político. Sin embargo, toda valoración relacionada con este asunto debería ser, por ejemplo, a partir de la frase que pertenece al escritor y filósofo romano Marco T. Cicerón: “La salud de un pueblo está en la supremacía de la ley”. Luego esta síntesis nos muestra con claridad la razón principal que fomenta la armonía en beneficio del conjunto social, el que justamente instituye un pueblo, cuya dignidad reside esencialmente en la seguridad jurídica, pues al amparo de ella logramos el requisito básico, que consiste en proteger y legitimar el funcionamiento de los tres poderes del Estado, los que de esta forma perfeccionan la organización social y dan vida a una verdadera democracia.
Por consiguiente, desde la perspectiva que presenta el último punto del párrafo anterior, cualquier pueblo del mundo estaría en condiciones de fortalecer su progreso general, a la par del buen resultado obtenido en el tiempo, el cual impacta siempre en la consideración universal y, de este modo, entre otras ventajas nos permite asegurar el desarrollo económico del país, cuyo resultado deriva de una reciprocidad entre el orden y la riqueza. Y todo ello predispone de manera positiva el ánimo de los inversores locales y extranjeros, éstos últimos por lo general son dueños de importantes capitales financieros y sólidos emprendimientos, con elevados niveles de gestión y tecnología, destinadas a los más diversos rubros de la economía mundial.
No obstante, para conseguir este propósito, idealmente aceitado, es primordial que la justicia no esté nunca supeditada al poder político, y menos aún a los designios de un gobierno de turno, sino todo lo contrario, es decir, que la política se someta a rajatabla a la justicia. Esta estimación incorporada al orden práctico es el único itinerario que podría favorecer de manera genuina a un pueblo. Por lo tanto, sería imposible soslayar los parámetros descriptos más arriba sin que haya deterioros sistemáticos en el bien común. Y toda negación o desdén es propio de individuos o sectores que privilegian sus intereses económicos y políticos, o la inmunidad ante la ley, por encima del derecho que corresponde al conjunto social.
Por otro lado, no debiera ser necesario insistir sobre la clave estructural que asegura el éxito de una gestión política y económica en cualquier país, ubicado en cualquier lugar del planeta. En consecuencia, es natural apreciar que todo se funda en la seguridad jurídica, derivada de la absoluta independencia funcional del Poder Judicial, como órgano soberano. Incluso la seguridad jurídica fomenta la estabilidad política y, de paso, dignifica su accionar en beneficio del pueblo en cuestión. Pero estos resultados provienen únicamente de gobiernos enfocados a servir al prójimo por sobre todas las cosas.
Como corolario, merece destacar que la situación planteada se refiere a algo tan simple para comprender y, por ello, se acerca demasiado a una perogrullada cuando nos esmeramos en exceso con el fin de explicar cuál es el camino correcto para alcanzar el bien. Y, tal vez, las manifestaciones realizadas por Manuel Belgrano, tengan mucho que ver con la situación planteada en el presente escrito: “Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria”.
Es como usted dice, el verso populista que pone el interés personal o sectorial por arriba de la justicia.Pero esos regímenes , de a poco, se van terminando. Uno a uno van cayendo estrepitosamente, pese a que son sostenidos contra viento y marea por curreros e idealistas a ultranza. Y por otro lado, permítame decir que admiro el contenido de su blog.
Si uno dice la verdad, es imposible no coincidir con César.
Los que dejan el poder en estos días, como modo operativo aplicaron esa contradicción del título. Y así nos fue. Usando un viejo dicho: «el que mal anda, mal acaba».
Hola.Llego a este tema vía twitter, y debo decirte que me pareció muy bueno. Bien marcada la realidad.
Para evitar la corrupción en gran escala y la ineptitud creciente en el tiempo, NO debería admitirse la reelección, por ejemplo. Porque las consecuencias de esos procederes nefastos, siempre los paga el pueblo que labura, el ciudadano que jerarquiza la convivencia. Y eso es INJUSTICIA en cualquier parte del mundo.
Venezuela, otro país que se va liberando de esos regímenes que destruyen los valores esenciales.
Carlos, pienso que Belgrano no podría resistir la mediocridad, más la inescrupulosidad que abunda hoy en día. Y sabe una cosa: creo ciegamente que si la justicia funcionara como debe, seguro que los desperdicios no se extenderían tanto así.
Perdón pero no me sale decirlo de manera florida. Saludos.