Y es justo como expresa el título. Pues en esta oportunidad, tan especial, quiero compartir con los lectores de Nexo Cultural, algo más de lo que, únicamente, deriva del intelecto o de la experiencia, tal como habitualmente sucede en este lugar. Sino que la pluma, ahora obedecerá fielmente al sentimiento más sublime que pugna por manifestarse, porque en importante caudal anidó en el alma con temas cruciales, y aún perdura en el tiempo. Cuyo resultado, sin dudas, en este instante consuela por el deber asumido ante los duros embates del destino. Pues en el transcurrir satisfizo una necesidad tan natural y lógica como la vida misma, que siempre se funda en las emociones. Por lo cual, podríamos sintetizarlas con un antiguo adagio, el cual expresa: “Las alegrías compartidas, se multiplican. En cambio, las tristezas de ese modo se dividen”.


El párrafo anterior vendría a ser una especie de prólogo, referido a un proyecto realizable dentro de pocas horas. Sí, porque estamos con “un pie en el estribo”, tal como dirían los campesinos de antaño, inclusive aquellos que fueron mis ancestros. Pero este propósito no será por trabajo, ni meramente turístico o cultural. Sino que contiene un destino personal mucho más importante que todo eso, según mi valoración y en este preciso instante. Puesto que, por fin y luego de un tiempo prolongado, donde incidieron múltiples desventuras, que también a la humanidad íntegra le tocó vivir y padecer de diversos modos. No obstante, todas las contrariedades, llegó el día en que “salió el sol” nuevamente y consigo trajo la paz necesaria, allí donde algunos sueños ya no serían solo una vulgar quimera.

En consecuencia, ahora podré realizar un propósito cumbre, pues dentro de instantes solamente, partiré al reencuentro de mi hijo menor, el “benjamín” de la familia, ahora con veinte y pico de años de edad. Pero todo esto, en apariencia no tendría nada de extraordinario. Sin embargo, cambia naturalmente de dimensión si valoramos que tal reencuentro jamás podría soslayar la historia de nuestra familia, en lo que se refiere únicamente al núcleo primario. Donde ese hijo, el menor de tres, era pequeñito todavía cuando falleció su madre. Y a partir de allí, quien escribe en este preciso instante, asumió la ciclópea tarea de intentar convertirse en “madre” inclusive.

Con todo, muy pronto comprendí que una madre es irreemplazable, pues ni siquiera es suficiente con obrar sobre la base de una voluntad infinita y un corazón enorme. Por lo tanto, allí mismo también valoré que el rol de una madre jamás podría ser resuelto por un padre, el que solo alcanzaría a moderar un poco los embates propios de la vida y nada más. Por ello, en el transcurrir tampoco fui la excepción. Y es lógico, dado que: “Y es que la naturaleza no hace nada en vano…”, según la antigua aseveración de Aristóteles, filósofo griego. Cuyo significado contiene una enorme e inobjetable realidad pragmática.

Con todo y a pesar de todo, ahora el tiempo me brindó la posibilidad de volver a ver personalmente a mi hijo. Él vive en España, desde algunos años. Y está feliz porque disfruta de su realización con los objetivos logrados. En consecuencia, me asocio naturalmente a su alegría. Pero antes de partir, en silencio y desde el pensamiento, dedico un solemne réquien al recuerdo. Minutos después, el avión se pone lentamente en movimiento, aceleran los motores y comienza el carreteo. Luego el decolaje. Se terminó mi tiempo, porque ya no podré seguir escribiendo. Mientras que la aeronave penetra lentamente entre las nubes. Y desde allí buscará su itinerario programado. Instante en que desde la emoción brota un pensamiento espontáneo, el cual también define la propia despedida. Por consiguiente ¡Hasta la vuelta! Pero sin poder obviar jamás el contenido expuesto, porque es parte de mí para toda la vida. Ni tampoco olvidar el augurio prometido, que consiste en manifestar: ¡Felices Fiestas para todos los lectores de Nexo Cultural!

Por último y en otro aspecto, prometo que nos volveremos a encontrar en este mismo sitio, tal como acontece desde hace más de 12 años continuados.