Ni por un instante podríamos dudar que el ser humano, es un sujeto gregario por naturaleza, con lo cual cultiva su propia integración social, necesaria y conveniente para la supervivencia normal, expresada en el más amplio espectro. Por ello, una vez sintonizada esta predisposición, útil en el ensamble destinado a forjar las condiciones óptimas para una vida mejor, individual y de conjunto. Todo lo cual, comprenderá a la salud física y mental de cada persona, para desarrollar luego una convivencia de verdad civilizada, que permita lograr naturalmente la paz, más la evolución económica y social del pueblo en cuestión.

No obstante, también el ser humano es capaz de adaptarse al aislamiento voluntario y, de ese modo, sumirse en la más absoluta soledad. Sin importar las razones terapéuticas, ni las tendencias gregarias. Al respecto dos casos resuenan, en especial, porque fueron ampliamente difundidos, dado el tinte dramático que ambos contienen, por una supervivencia llevada al extremo. Y de este modo pudimos conocer algunos detalles de tan llamativo modo de vida que adoptan algunos seres humanos, los cuales ni siquiera valoran las conveniencias generales, sino que solo obedecen a una especie de romanticismo privado, con efecto centrípeto.

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