El 13 de agosto de 1961, no resulta un día más en la historia de la humanidad, sino que es precisamente en esa fecha cuando se comenzó a construir el Muro de Berlín, testimonio aciago de un tiempo, y consecuencia de exacerbaciones por el descontrol emocional que un conflicto bélico es capaz de generar en la conciencia de los hombres. Incluso el Muro, es símbolo de  una vergüenza enorme para todos los seres humanos que habitamos este planeta, llamado “tierra” ¿Acaso podrían calificarse de racionales a quienes decidieron ejecutar semejante obra? Creemos que no, pues en la fuente semántica, no los pudimos hallar, y tal vez porque el raciocinio jamás podría albergar ese volumen de crueldad en el interior de un corazón humano.

Y todo comenzó a partir  de una invocación del Bloque del Este, dominado por los soviéticos los cuales trataron de justificar la construcción del muro para proteger a su población de “células fascistas” que impedían la libre voluntad del pueblo, cual era la de construir un régimen socialista en Alemania del Este. Pero la realidad subyacente era distinta dado que la economía soviética mostraba, por ese entonces, un quiebre generalizado. En consecuencia, la población del este, por miles, intentaba huir  al sector oeste, es decir a la República Federal Alemana, pues aquí era significativo su progreso económico. Sin embargo y previendo una debacle social y económica, se calcula que más de 3 millones de alemanes orientales de la República Democrática  Alemana (RDA), huyeron  hacia el sector de la República Federal Alemana (RFA), antes de 1961.

Tenía 45 km de extensión el muro que literalmente partió en dos a la ciudad de Berlín, pero fueron otros 115 km más, los que aseguraron definitivamente el aislamiento total entre ambos sectores. El muro, que tal vez fue el mayor exponente en el período de la “Guerra Fría”, tenía una altura media de unos 3,6m.  Y en la parte superior colocaron una especie de caño de cemento con el propósito de que, si algún osado se proponía transponerlo, le resultara casi imposible asirse y trepar. Mientras  que en ese intento también asumiría la condición de suicida. Dado que en toda su extensión estaba fuertemente vigilado y los guardias no trepidaban en disparar sobre quienes intentaron cruzar. Al respecto, no se dejaron registros de las personas que murieron en el intento de cruzar al sector occidental, y solo algunas estimaciones están disponibles. Por otra parte, en general el muro contaba con 186 torres de vigilancia, además de 31 puestos de control.

 También un detalle nos llamó poderosamente la atención y que, al parecer, la historia aún no lo registró: se trata de analizar cómo se fue construyendo este muro, donde posiblemente la  neurosis compulsiva se adueñó de quienes comandaron la obra, pues, por ejemplo,  el volumen  en la utilización de barras de hierro de 10 y 12 mm de veras abruma. Porque supera holgadamente los estándares técnicos, los cuales definen que la fortaleza de una estructura de hormigón, necesita del hierro para su solidez, sin embargo la cantidad tiene un límite, y a partir de allí todo exceso es inútil o, inclusive, degrada la resistencia. Una muestra palmaria sobre este comentario, lo hallaremos en el tramo del muro que da sobre la calle Bernauer Str.

Finalmente, y tras 28 años de ignominia, el 9 de noviembre de 1989 comenzaron a destruir el muro. Pero el mayor festejo por la libertad aconteció al día siguiente, cuando los berlineses de ambos lados se reencontraron nuevamente. Hubo emocionados abrazos, sin importar si eran conocidos o no. Muchos lloraron como niños y otros tantos brindaron con cerveza en especial, para lo cual abundaron los barriles. Incluso bailaron y cantaron durante largas horas, sin un atisbo de cansancio. No podría ser de otro modo pues en ese preciso momento también sintieron cuánto vale la libertad, como condición básica para  disfrutar la vida, en toda su esencia.

No obstante, corresponde  señalar que la caída del muro es también el resultado  de la profunda crisis soviética. La cual se agravó a partir del 11 de marzo de 1990 y, por lo tanto,  culminó con la independencia de las 15 Repúblicas de la Unión Soviética, exactamente el 25 de diciembre del año 1991. Y cuya derivación significó, en realidad, el derrumbe medular de la estructura política, económica y social que desde 1917 sostenía al régimen comunista en Rusia.