b_optSe trató de un movimiento originado en Alcorta, provincia de Santa Fe, y en localidades vecinas, en el cual miles de chacareros, comerciantes y otros sectores sociales, incluso varios curas, reaccionaron frente a una flagrante injusticia en los sistemas de arrendamiento y trabajo, agravada por las malas cosechas, el bajo precio del trigo y maíz, y por el difícil acceso a la tierra, en ese momento, por lo general en manos de latifundistas.  En consecuencia, este conjunto de razones dio lugar a la declaración de una huelga por tiempo indeterminado, justamente con fecha 25 de junio de 1912.

En verdad, el movimiento se inició en Bigand, distante unos 30 km de Alcorta, donde los agricultores arrendatarios, desde algunos meses, se venían reuniendo en almacenes de ramos generales de la zona, como el de Ángel Bujarrabal quien ofrecía un sótano para las tratativas, dado que ya operaba la pesquisa policial inducida por los propietarios de las tierras. Entonces, con el fin de despistar la acción persecutoria crearon sitios alternativos de reunión, que fueron distintas chacras, el hotel de Juan Timone o los frentes de las iglesias del entorno, con el consentimiento de los párrocos que  apoyaban públicamente ese movimiento. Tal el caso de los hermanos José y Pascual Netri, curas de Máximo Paz y Alcorta, a los que adhirieron los de San Genaro, Arteaga, Alvear y San José de la Esquina.

Luego José y Pascual ponen en contacto a los chacareros con su hermano menor, el abogado Francisco Netri, que vivía en Rosario. Por ello, acordaron un encuentro donde  una comisión de colonos  presentó detalles de la situación y solicitó asesoramiento con el fin de elaborar un contrato modelo, cuyas condiciones básicas pondrían luego a consideración de los asambleístas para su aprobación. Y a partir de aquel instante, Francisco Netri tomaría parte activa del movimiento chacarero hasta su muerte.

Reiterando entonces, la huelga se declara el 25 de junio de 1912, durante una asamblea realizada en la Sociedad Italiana de Alcorta. Y uno de sus impulsores, Francisco Bulzani, a través de un encendido discurso puso de relieve la situación de los chacareros y los fundamentos de la huelga. Incluso el doctor Francisco Netri, pronunció una arenga, cuyo contenido recomendaba obrar con prudencia, firmeza y solidaridad evitando, en lo posible, la violencia. Señaló, además, que “el enemigo goza de una situación privilegiada, pues cuenta con una organización gremial, la Sociedad Rural, y con influencias en las esferas del gobierno, para sofocar el movimiento y hacer fracasar la huelga…”

Más tarde, la tensión cede lentamente y una comisión del gobierno provincial se manifiesta a favor de los huelguistas, estableciendo condiciones favorables en la firma de los contratos de arrendamiento. Posteriormente, se creó la Asociación de propietarios y pequeños chacareros. Este logro podría considerarse la mayor conquista del  movimiento de protesta. Enseguida, Francisco Netri fue elegido presidente de la nueva entidad, y pese a las constantes amenazas y acusaciones, continuó en el cargo hasta que el 5 de octubre de 1916 es asesinado  en plena calle, en la ciudad de  Rosario.

Sin dudas que el movimiento alcanzó cierto éxito, pero limitado pues no cuestionó la estructura básica de la tenencia de la tierra. Con todo, años después el tratamiento político del problema fue llevado a instancias superiores de la agenda de gobierno, hasta  la sanción de la primera ley de arrendamientos, la 11.170 del año 1921. Sin embargo, las situaciones injustas continuaron en base a las estrategias para evitar la aplicación de dicha ley y la limitación de los jueces de paz, más el desconocimiento de los chacareros arrendatarios respecto de sus propios derechos. Finalmente, en el devenir se necesitaron múltiples disposiciones y una mayor intervención del Estado para lograr cierta equidad contractual. Incluso favoreció la diversificación en la producción. No obstante, el tinte leonino aunque en menor escala prosiguió hasta comienzos de la década del ´40, del siglo XX. En este sentido, un contrato de arrendamiento celebrado por mi abuelo en el año 1938, cuyo documento aún conservo, también avala lo expresado.