Jue 13 Oct 2016
Qué nos pasa
Posteado por Carlos Evasio Maggi en Propuestas
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En Uruguay, Chile o Italia, por ejemplo, no necesitan colocar semáforos donde existe una senda peatonal, demarcada con rayas transversales y realizadas con pintura blanca. Zona cebrada suelen llamarle también. Y no necesitan de semáforos porque todos los conductores, sin importar el vehículo, detienen espontáneamente la marcha, y no se observan excepciones, entonces no importa si se trata de una moto, auto, camión o colectivo. Y tal vez este resultado acontece porque estos pueblos habrán comprendido que por el camino de la civilización se disfruta más la vida, incluso se hace más digna la convivencia.
En cambio en la Argentina no suceden esas cosas, porque campea en el espíritu del conductor común el sentimiento de que, mientras maneja, se halla al comando de un medio con prioridad de paso, privilegio que siempre funda en el tamaño o la fuerza de su vehículo. (más…)
La siguiente explicación sobre el origen y consecuencias que podrían generar estos fenómenos de la naturaleza, fue lanzada desde un libro destinado a alumnos de la escuela elemental, cuya edición se realizó en Florencia, Italia, en el año 1843. Y un ejemplar del mismo, fue traído por una niña llamada Caterina Dardatti, en el año 1878, cuando junto a sus padres vino a la Argentina como inmigrante. Ahora ese valioso documento integra mi biblioteca de los recuerdos, lo cual posibilitó traducir y ofrecer algo de su contenido.
Por lo que sucede año tras año es indudable que el invierno nos conduce a la primavera, así lo indica el calendario inclusive, pero lamentablemente y por lo que muestran los acontecimientos estacionales parecería que es por el camino obligado de los incendios. Algunos son pequeños y se logran controlar fácilmente, en cambio otros son realmente enormes y devastadores, donde perecen importantes superficies de vegetación autóctona, implantada y todas las especies animales que en ese lugar habitan. Y de tanto en tanto, también los seres humanos pierden su vida o sufren serios deterioros de salud merced a la acción de las llamas que a la vez destruyen bienes materiales, incinerados en la hoguera. 

Cuando concibamos que gobernar es servir al prójimo y jamás servirse de él. Y para ocuparse de los demás, por sobre todas las cosas, es necesario poseer un espíritu de desprendimiento genuino, un espíritu apasionado por ser útil a la gente, y sin pretender más que ser reconocido mientras cada acto de servicio tenga como propósito vital, el beneficio de su pueblo. Si contamos con un gobernante de esa talla, tendremos la mitad del problema resuelto, pues la figura cardinal es idónea, sin embargo queda por solucionar la otra mitad del asunto. Por lo tanto, esa otra mitad aún irresuelta consiste en que todos los colaboradores funcionen en sintonía con la autoridad central, es decir que participen de la misma filosofía valorativa, con carácter de postulado sacramental. Ya que de lo contrario, si en la función pública domina el interés personal o sectorial, sobre la conveniencia general, los reiterados fracasos en el gobierno estarán asegurados en el tiempo. Pero lo más penoso es que el pueblo pagará siempre las consecuencias de tales frustraciones. 



