Archivo para septiembre, 2011

El ser humano se integra con dos partes; una, la espiritual; otra, la material o biológica. En cambio, los animales carecen de la primera (aseguran los que dicen saber); no obstante, será por memoria asociativa, instinto de conservación, o lo que fuere en realidad, ellos cuidan el medio ambiente, lo reconstruyen permanentemente y viven en perfecta armonía con el mismo

 ¿Y nosotros? Autodenominados “seres superiores”, por ser los únicos que poseemos el “raciocinio”; pero en la práctica demostramos a los animales haber descendido varios escalones en los valores ecologistas, porque somos capaces de generar energía atómica; además de utilizar recursos no renovables, tales como el carbón y el petróleo; también realizar pruebas nucleares, incendiar montes y campos, desaforados que talan bosques, la contaminación de espejos de agua…y hasta la simple, pero dañina y penosa, quema de neumáticos en las manifestaciones de protesta. (más…)

 El hombre debió trabajar desde los orígenes de la humanidad, su propia existencia imponía esa condición básica, y la predisposición nació del espíritu inducido por el cuerpo, porque necesitaba procurarse los alimentos diarios y un sitio donde guarecerse, sea éste una choza, un rancho o una simple cueva en las entrañas de la tierra.

 De esta manera,  el instinto de conservación individual demandaba trabajar, incluso este sentimiento se extendió por natural solidaridad a la familia, producto de su descendencia. De tal modo, podría afirmar  que el trabajo es tan antiguo como la vida y lo registramos en todas las especies vivientes, también en los animales  primarios de nuestro mundo. (más…)

Cuando estudiaba “Instrucción Cívica”, allá lejos en mi tiempo de secundario, como alumno libre y autodidacta, una frase en especial me llamó la atención, y la misma expresaba: “Si una persona transita por la vereda con un martillo en su mano, y al pasar cerca de una vidriera, en un arrebato la golpea con esa herramienta y saltan en pedazos los vidrios. Entonces, en este acto ¿Quién tiene la culpa? ¿Acaso el martillo?”

 La respuesta es realmente una perogrullada; es decir, demasiado obvia ¿Verdad? Sin embargo, en los últimos tiempos y en los accidentes de tránsito, de manera sistemática, aparecen muchos “especialistas” y otros  muy profanos involucrados que a toda costa quieren demostrar que la culpa la tiene “el martillo”, el cual, en esta metáfora, equivale a la “fatalidad” (más…)