Sáb 20 Abr 2013
Yuanín, el peón
Posteado por Carlos Evasio Maggi en Humor
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Es una historia real. Transcurría la década del ´70 cuando una familia chacarera, residente en la zona de Luxardo, contrató un peón para que realizara distintas tareas en su campo; él era gringo, medio petiso, de unos 60 años de edad, su cara muy roja mostraba los embates del sol y la sangre a flor de piel, con grandes ojos grises y de mirada penetrante; se llamaba Juan y tenía un alias, le decían “Yuanín l` mat” (Juancito, el loco). Su personalidad poseía singulares aptitudes, tales como gran voluntad para el trabajo, sin importar el tiempo y la diversidad de las obligaciones encomendadas; además de una credulidad casi ilimitada, en especial sobre temas relacionados con mujeres jóvenes, en este rubro “comía todo lo que le tiraban”. Por eso, nunca faltaron bromistas y “gorros de lana” que le calentaron la cabeza con frondosas ilusiones, donde alguna joven del entorno sería protagonista involuntaria de una novela de amor; aunque, por lo general, ella no participara con su presencia y, a veces, ni siquiera se enteraba del romance; pues todo se elaboraba sólo en la imaginación de Yuanín y de su eventual embaucador.
Un caso, a modo de ejemplo, donde la “novia de turno” era una atractiva joven, de apenas 20 años de edad y vecina del lugar. El partener, el mismo patrón del campo en que trabajaba: “Che Yuanín, la Rosana está loca por vos; pero es muy tímida, por eso no lo demuestra”. Para el peón, este comentario era como subirlo a una Ferrari, lo trastornaba de nuevas sensaciones y enseguida comenzaba un adecuado proceso de preparación: comía maníes y chupaba limones, para adquirir vigor y simpatía; según le había recomendado, alguna vez, una curandera. Además, Yuanín tenía un pequeño baúl con un montón de cartas enviadas por diversas “novias” que había tenido a lo largo del tiempo (en verdad, le habían sido enviadas por los bromistas de turno). Y entre esas cartas guardaba una botella de Whisky, para una eventual ocasión amorosa; pero llevaba varios años allí esperando.
¿Qué hizo el pícaro patrón? Un día, en ausencia del peón, tomó un martillo, luego levantó la tapa del baúl y con un certero golpe hizo trizas la botella de Whisky. Después lo llamó y con cara de preocupación dijo: “Siento olor a alcohol, ¿qué será? Mientras conducía maliciosamente al humilde cuarto y en dirección del objetivo. Cuando Yuanín vio que las cartas de amor flotaban en el Whisky gritó desbordado por la ira: “¡Es la vieja bruja y madre de Rosana!” En tanto el patrón, ni lerdo ni perezoso, respondió:”Sí, seguro que es ella, sabe de brujerías y es celosa. Por eso, esta noche anda al comienzo del camino que conduce a su casa y cántale cosas obscenas; se lo merece esta vieja desubicada”. Yuanín no lo dudó, esperó que anocheciera y a eso de las 21 horas para allá enfiló a pié, era un km la distancia a recorrer y se apostaría a escasos 100 metros de la casa de Rosana; ya en el lugar inició el canto, entonando una sarta de guasadas dirigidas a su “futura suegra”, y con elevado tono.
¿Qué pasó entonces? Pronto salió el padre de la chica con una escopeta calibre 16 y descerrajó dos disparos que tronaron en el silencio de la noche campesina; este desenlace bastó para que Yuanín, en desesperada carrera y perdiendo las alpargatas, regresara a su casa en tiempo récord. Luego de descansar un rato y ya recuperado del gran susto, confesó al patrón: “Creo que aquí me van a matar antes de que nos casemos; entonces me conviene buscar otra novia, total con el arrastre que tengo, será muy fácil conseguirla”.
Hola.Muchos años viví en el campo y hace tiempo, esta historia me hizo recordar la manera de amenizar la vida en aquel mundo de sacrificio y aislamiento. Muy bueno Carlos, saludos.
Me encanta tu estilo, pero está fuera de moda, si querés estar en onda metele sexo. Victoria.
Carlos, hace un rato vi al tal «Maravilla», un cancherito total que perdió la pelea. Por eso vine a tu blog y leí esta historia.Hermano, seguí escribiendo, así da gusto leer cosas.
Quien haya vivido en el campo, hace 50 años o más, sabe que ese modo de pasar el tiempo era común. Y no teníamos radio, diarios,TV, celular, auto y muchas veces ni siquiera una moto, pero éramos más felices y sin tanto riesgo. Gracias por publicar este pensamiento.