foto_0000000120130218144457A veces transitamos por la autopista, en el tramo que une la ciudad de Córdoba con otra importante población, generalmente por la mañana y a plena luz del día; y en el recorrido solemos ver con asombro e incomprensión cómo vehículos de alta gama (y en esta categorización señalamos con especial énfasis a los ejemplares de origen teutón), cuyos conductores suponemos, con bastante lógica, que son personas con destacado nivel económico y cultural; por esto último sólo nos referimos a la capacidad  de entendimiento de las cosas. Sin embargo, son los mismos que no respetan la velocidad máxima, que es de 130km por hora, pues a ojos vista desarrollan altísimas velocidades que bien podrían calcularse, en muchos casos, superiores a los 170km por hora.

 En mérito a la verdad debemos confesar que aún no vimos excepciones, en particular respecto a máquinas importadas; pero tampoco observamos en el período de largos meses a tan siquiera uno de esos vehículos detenido en algún puesto móvil de la Policía caminera. Entonces pensamos casi sin querer: ¿Será pura casualidad o estos conductores tendrán prerrogativas especiales, o los favorecerá algún dispositivo de tecnología avanzada? Vaya uno a conocer este misterio.

 Y  si nos detenemos en el supuesto de que  ciertas concesiones inmunizarían a dichos conductores de cumplir con la ley, a la vez que recordamos nuestra Constitución Nacional, en su artículo 16: “…Todos sus habitantes son iguales ante la ley…”  De ser así, aparte de penoso sería discriminatorio porque estaríamos creando ciudadanos de primera al tiempo que  asignamos al resto un rango menor  y con mayores obligaciones. Además el desaforado, siempre pone en riesgo la seguridad del conductor respetuoso; por ejemplo, en autopista de dos carriles,  cuando usted anda a 130km y mientras pasa a otros vehículos, que van a 120km, viene uno de estos y le “pega” el auto detrás del suyo, con señas de luces y bocinazos, más algunos ademanes obscenos. A mi me pasó más de una vez ¿Y a ustedes?

 En consecuencia,  de persistir este modo,  continuaríamos vulnerando el orden social en dudoso beneficio de unos pocos  y en detrimento de la sociedad en su conjunto. Por último, desde este espacio y en homenaje  al bien común, exhortamos a la Policía caminera para que  ponga fin a la conducta licenciosa de esos automovilistas.