Jue 1 Mar 2012
En qué momento nos abandonaron
Posteado por Carlos Evasio Maggi en Pensamientos
[7] Comentarios
Durante muchísimos años practiqué la cacería, y ahora estoy medio retirado de la actividad cinegética, merced a la acción de los agroquímicos, desmontes y otros vapuleos al ecosistema. Recuerdo, allá en el monte santiagueño, cuando el propósito eran las vizcachas y la noche el momento adecuado; antes de iniciar la ronda, solía preguntar al lugareño más viejo: ¿Don Esculapio, esta noche se levantará viento? Y él oteaba la distancia, como oliendo el aire y pronto respondía: “Mire don Carlos, cerca de la medianoche habrá un poco de viento”. Y jamás se equivocaba.
La naturaleza tiene cosas sorprendentes, que interpretadas adecuadamente ayudan a sobrevivir o, por lo menos, a mejorar la calidad de vida en los avatares de la existencia misma de todos los seres que habitan el planeta tierra, en el más amplio espectro. Por ejemplo, la vizcacha, que es de hábitos nocturnos, no sale de su cueva cuando sopla viento de cierta intensidad, porque de no tener en cuenta este detalle, no podría escuchar oportunamente a su eventual enemigo. Y si estuviera fuera de la madriguera en busca de alimentos y se levanta viento repentino, ella rápidamente se meterá en su guarida. Tampoco sale en las noches de luna llena, porque sería fácilmente vista por sus depredadores; todo este procedimiento natural es coordinado por el “vizcachón”, un ejemplar macho de mayor edad y volumen corpóreo que el resto del conjunto habitante en una cueva, el cual ejerce un rol de supremacía y es el encargado de velar por la seguridad de todos; tarea que realiza con verdadero arte y sin más escuela que la consolidación de la memoria asociativa en la supervivencia animal.
El instinto natural de conservación es realmente asombroso ¿Verdad?
Dicen que el ser humano, además de ese instinto de conservación posee la razón, y esto lo hace “un ser superior” en la fauna. Sin embargo, con frecuencia, en la práctica no vemos que tal prerrogativa exista siempre; por caso, en días de tormenta y en particular cuando en la ruta algún ventarrón o densa niebla impide totalmente (o casi) la visión para el transeúnte motorizado; éste suele continuar y, muchas veces, a una velocidad que lo convierte en verdadero kamikaze. En ese instante todos claman por la intervención dela Policía, y sobran los que recriminan, a la misma, por la falta de un pronto ordenamiento. ¿Será porque nos abandonó el instinto de conservación y también la razón?
Hola. Haces una magnífica descripción del comportamiento natural de esa especie animal, pero me parece de mal gusto interponer la cacería, que la considero una crueldad. Espero que le des curso a este comentario. Gracias.
Cómo te va Carlos. Comprendo que el relato de tus vivencias como cazador es para resaltar la conducta irracional y temeraria de muchos conductores de vehículos en situaciones difíciles. Por eso,creo que tu exposición es muy ilustrativa y amena. Saludos.
Hola Carlos.No tengo dudas de que el lector interpretará el verdadero sentido de tu escrito, el cual ejemplifica e ilustra a la vez. Un abrazo.
Esta re bueno tu relato y más todavía si lo considero con la reflexión final incluida. Cuánta realidad contiene !!!
Es increíble, pero la realidad muestra a cada rato cómo el ser humano, con el fin de eludir culpas y omisiones, se presenta como «un bebé de pecho»¿Acaso no es más serio asumir las responsabilidades por los actos propios? Saludos.
Hola. Llevo muchísimos años en la docencia y, en general, con mis colegas enseñamos en forma lineal o directa las asignaturas; pero tu estilo es diferente, porque tomas un ejemplo de la naturaleza y con él elaboras una metáfora para llegar a la fácil comprensión por parte del prójimo. De esta manera, tu elocuencia se torna exquisita, por la simplicidad y efectividad que contiene. Mi mayor admiración a tu estilo literario y docente.
Por casualidad entré a tu blog y me enganché con este tema. Qué te podría decir…pienso que es una verdad grande como el mundo lo que expones, pero lamentablemente los seres humanos, muchos de ellos perdieron la esencia de pensar sobre el comportamiento propio. Andan como «balas perdidas». Saludos.