imagesAl respecto existen dos versiones encontradas, que no solo difieren en el fundamento de cada una, sino que tampoco coinciden temporalmente. Sin embargo, una de ellas acerca una conformación más creíble, por poseer mayor sustento histórico.

Entonces, la primera sostiene que las particularidades en la pronunciación cordobesa se originan en el sustrato indígena. El cual a través de domésticas, nodrizas y otros empleados del servicio, con quienes pasaban gran parte del día y, a veces, durante la noche también, los hijos de las familias encopetadas. De este modo fueron trasmitiendo el “cantito” en los sectores de la clase alta de Córdoba. Y respecto del sustrato indígena sobre esta extraña manera de articular la pronunciación verbal, coinciden inclusive algunos filólogos locales y extranjeros, tal el caso de la profesora en lingüística, María Henríquez, y otros pertenecientes a la Universidad de Santiago de Compostela, España.

 La segunda versión, manifiesta que la tonada cordobesa deriva de los inmigrantes procedentes de Galicia. Muchos de ellos, integrantes de familias tradicionales que entraron en la Argentina desde mediados de siglo XVIII, y algunos de cuyos apellidos son: Nores, Garzón, Martínez, Caeiro, etc., quienes  eran originarios de la villa de Marín.

Y como en esa región, gallego-portuguesa, se habla con una tonada bastante parecida con la cordobesa, se llegó a sostener la posibilidad de que aquellos inmigrantes trajeran consigo esa costumbre que luego influenció en la formación de la actual tonada cordobesa.

No obstante, creo que aquí prevalece la cuestión temporal, es decir que estas familias se establecieron en Córdoba, a mediados del siglo XVIII, y desde mucho tiempo antes el “cantito” cordobés ya estaba instituido en la lingüística local. Por lo tanto, casi no quedan dudas de que esa tonada tan pintoresca tiene su origen en el sustrato indígena del contorno, es decir, comechingón.