“Sólo a una pequeña minoría le es dable fascinar a su generación a través del humor y la gracia”. Albert Einstein.

 La anterior afirmación es una verdad universal y de todos los tiempos; sin embargo, el individuo actual acuciado por el modo de vida moderno, donde las obligaciones y servicios abruman; más las necesidades que se  estimulan  a través de un enorme caudal publicitario irradiado por múltiples medios que invaden y bombardean cada espacio, en cada instante de nuestra existencia. Contrariamente, si el hombre fuera  separado  del conocimiento de tantas cosas aplicadas en la tarea de vivir, no tendría más necesidades que aquellas que la naturaleza le asignó.

 La multiplicidad de medios y recursos aumenta la calidad de vida; pero es innegable que también crea hábitos presentes y son ellos los que van adquiriendo vigencia porque a las viejas costumbres las devora el tiempo; cuyo paso es inexorable y cruel, pues todo lo destiñe y cancela; incluso a las mismas generaciones  autoras de un determinado modo de vida,  representado por  los usos y costumbres de la época que les tocó vivir.

 En consecuencia,  hasta no más de cinco décadas pasadas,  el humor sistematizado era un verdadero componente en las relaciones de las personas, que nacía espontáneamente de los ánimos distendidos, donde la imaginación prosperaba merced  a la necesidad de crear razones para sustanciar una convivencia amena. Escaseaban o directamente no había medios de comunicación, aparte de la relación interpersonal, que llenaran el pensamiento de cada individuo, como sucede ahora; en tiempos que  impera la cultura general que elaboran los productores y presentadores que  ofrecen los diversos medios de comunicación.  Por lo tanto, son éstos medios los que hoy día van marcando las pautas culturales y ya no, como sucedía antes, en que  cada individuo hacía el aporte libre y a su manera, con lo cual  contribuía diariamente  a consolidar el formato cultural  de su pueblo y, en particular, en zonas apartadas de los centro urbanos de cierta importancia en dimensión. Inclusive, el estilo moderno, atenta contra la libre creación de los individuos porque los estados nerviosos o estresantes son verdaderos inhibidores del humor. Finalmente:

 “La  potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”. Friedrich Nietzsche.