Mié 10 Oct 2012
Hacer silencio no siempre es salud
Posteado por Carlos Evasio Maggi en Reflexiones
[4] Comentarios
“La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio”. Friedrich Nietzsche.
Otros sostienen que la posición adecuada sería hablar sólo cuando las palabras son más importantes que el silencio. Y serán mejores en tanto logremos, con ellas, diversos beneficios que podríamos resumir de la siguiente manera:
-Permitimos alcanzar el bien.
-Ayudamos a evitar un mal.
-Ofrecemos buena onda y, a la vez, escuchamos al prójimo.
También, al favorecer un diálogo a través de palabras respetuosas y amenas podremos multiplicar alegrías, dividir penas y zanjar dificultades con los demás. Y el mismo interlocutor tenderá naturalmente a parecer un espejo en el que rebota nuestra imagen y nos devuelve, en idéntico tenor, nuestros propios gestos.
Un diálogo basado en la buena predisposición siempre es conveniente, no cuesta nada y contiene una influencia humanista que a todos nos sienta bien y, por ello, produce una reacción anímica positiva y multiplicadora, cuyo efecto se va irradiando espontáneamente sobre la calidad de vida del conjunto social.
Por otra parte, un silencio prolongado trasunta recogimiento, misterio, enigma y, a veces, una marcada pedantería en quien lo sustenta; por eso un diálogo fluido, ameno y, principalmente, sincero, facilita el conocimiento de las personas; incluso transparenta intenciones, situaciones y orígenes, todo lo cual potencia naturalmente la empatía; cuyo valor impulsa el buen ánimo, dinamiza y de a poco va consolidando la confianza mutua.
Es verdad que el silencio suele ser importante cuando lo empleamos para refugiarnos en nuestro mundo interior, con el fin de medir lo actuado, recordar momentos o para proyectar nuestro destino; entre tantísimas posibilidades. Pero existe una condición básica recomendable para optimizar ese instante, y es la soledad.
Entonces, sugerimos ejercitar en nosotros mismos un permanente equilibrio entre el silencio y las palabras pronunciadas, equilibrio que contemple la utilidad, amenidad y la necesidad del yo interior. Finalmente concluimos repitiendo el título de esta exposición al tiempo que contrariamos aquel viejo dicho: “Hacer silencio no es siempre salud”.
Es una gran verdad la que planteas Carlos, yo aprendí que muchas veces el silencio contiene una gran dosis de soberbia y pedantería.Un abrazo.
Hola carlos!
Magnífica reflexión, coincido totalmente con tu escrito. Mi abuelo siempre manisfetaba: » hablando se entiende la gente» y ¡Cuánta verdad! hay en ello.-
Cordialmente Alicia
Hola. Me gusta y mucho cómo explicas una realidad tan útil, lo haces de manera simple y eso significa saber transmitir los conocimientos. Gracias por tu aporte con este blog.
Calla el delinquiente a la hora de declarar. Calla el que nada bueno tiene para decir de sí mismo, salvo que se dedique a mentir. Calla el que solo vive su mundo interior y no lo quiere compartir. Calla…
Por todo eso, que solo es una pequeña parte del conjunto posible. Aquí va un 10 para Usted. Y permítame reiterar su frase: «Hacer silencio no siempre es salud».