Dom 10 Abr 2016
Rafaela
Posteado por Carlos Evasio Maggi en Historias
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El sol es a pleno, en una mañana fantástica del mes de marzo, y sentado en un banco de la inmensa plaza central de esta importante ciudad, lugar elegido para recordar la ejemplar historia de la colonización agraria argentina, impregnada en ese solar que, si lo extendemos, conforma un eje territorial con la localidad de Esperanza, perteneciente también a la provincia de Santa Fe.
Los inmigrantes, en mayoría italianos, que arribaron con el propósito de ganarse el pan del modo más digno, el trabajo; al tiempo que huían del hambre en su país, causado por el maquinismo desarrollado a partir del año 1850 y con epicentro en Inglaterra, extendido luego a todos los países de la Europa Occidental; fenómeno que expulsó abundante mano de obra, y sin conmiseración alguna.
Desde Buenos Aires y después de permanecer algunos días en el “Hotel de inmigrantes”, lugar en que brindaron información adecuada a quienes venían con la intención de trabajar la tierra; y fueron muchos, en verdad la mayoría manifestó que realizaba esa actividad en su país de origen; incluso quienes jamás tuvieron contacto con la actividad agrícola. Este procedimiento no era más que el resultado de la publicidad aviesa realizada por el gobierno argentino y las autoridades del propio país de origen; uno, para poblar el territorio nacional y los otros, con la intención de deshacerse de la mano de obra ociosa y, así, evitar posibles estallidos sociales. En Italia, estimularon a los desocupados a través de múltiples formas, una de ellas consistía en afiches adheridos por doquier, los cuales expresaban: “Concesión gratuita de tierras a los trabajadores agricultores”; y al arribar a la Argentina, pronto se enteraban de que nada de eso era verdad.
Entonces, posterior a recalar en el lugar mencionado, los inmigrantes navegaban el Paraná, río arriba, en el “vaporetto”, hasta la ciudad de Santa Fe; aquí desembarcaban y en carros tirados por bueyes, mulas y caballos eran trasladados a tierras disponibles para el laboreo, no tan distantes del centro de distribución. De inmediato, el mayor flujo lo recibió la zona en que posteriormente se fundó, con fecha 8 de setiembre de 1856, Colonia Esperanza; en consecuencia, ésta es la primera Colonia agrícola del país; y, por ello, reconocida como “madre de Colonias”. Más tarde y como homenaje a Colonia Esperanza se determinó que el día de su fundación sea considerado “día del agricultor campesino”.
Dado el creciente caudal de inmigrantes que llegaron para trabajar la tierra, la frontera agrícola se fue extendiendo naturalmente y, de este modo, en 1881, Guillermo Lehmann fundó Rafaela; no obstante, los verdaderos pioneros y forjadores del lugar, fueron: José Podio, Faustino Ripamonti, Antonio Podio, Lermo Balbi, Luis Maggi, Flaminio Del Signore, Luis Fasoli, etc; y son precisamente algunos de los que Adelina de Terragni definió como “héroes agrarios”. Pasaron más de 50 años del inicio netamente agrícola y paulatinamente la actividad fue cambiando, porque tomó auge la explotación lechera con incesante incremento; lo cual permitió la instalación de importantes plantas procesadoras en la zona, tales como Sancor, Williner, etc. En suma, Rafaela es ahora, con 103.000 habitantes, la cuenca lechera más importante de Sudamérica, complementada con la ganadería y el parque industrial, PAER. Y podríamos agregar dos aspectos referidos a su progreso económico y cultural: uno, es el vínculo de sus industrias con países americanos, europeos, de oriente y Asia; otro, que es considerada la “Capital del Teatro”, por la cantidad de teatros, salas de exposiciones y centros culturales que posee.
Sin embargo, actualmente gana espacios la soja en este generoso sitio de la “pampa gringa”; es el negocio del momento y pensamos que se proyecta sin límites de tiempo; pues la demanda mundial, sustentada en el alimento humano y biocombustibles, así lo concibe. De todos modos, merced a la enjundia de los inmigrantes italianos y sus descendientes, en especial, Rafaela es hoy un lindo y próspero lugar.
Como nativo y habitante de Rafaela, me siento halagado por lo que escribiste. Muchas gracias, un abrazo.
Hola Carlos. Soy descendiente de Antonio Podio, pero nunca viví en Rafaela. Y siempre supe eso, que el grupo que mencionas fueron los verdaderos fundadores de esa ciudad y que Guillermo Lehmann fue un figurón político, de Rosario, que logró atribuirse todos los lauros de la fundación.
Te cuento que nací en Rafaela, vivo aquí y viviré toda mi vida. Por eso me siento halagada al leer tan dulce descripción. Simplemente gracias.
Carlos te cuento que nací en Rafaela y aquí viví toda mi vida. Amo a mi ciudad por eso leí con mucha atención tu escrito y debo decirte que es un verdadero «himno a la realidad». Gracias.
Buen día. Si uno camina sobre la verdad, la realidad se simplifica. Como haces vos Carlos. Por eso grito a los cuatro vientos, y con toda mi voz, que Rafaela es como la describiste porque desde los primeros habitantes, el trabajo fue, y es, una auténtiva religión. Saludos.