Tal como expresamos en el título del presente escrito, es Fundamental en la conducción de un vehículo automotor, y sin importar el porte, observar algunas reglas básicas que no siempre surgen de las leyes respectivas, sino que más bien emanan del sentido común. El cual, a veces y lamentablemente, es el más ausente de todos los sentidos, tanto en el conductor como en las leyes de tránsito. Y cuya finalidad estaría dirigida a evitar daños materiales y, en especial, a cuidar la integridad de las personas involucradas en los riesgos de siniestros imprevistos.

En consecuencia, proponemos las siguientes precauciones:

  1. En ruta simple, autovía y autopista, siempre guardar una prudente distancia respecto al vehículo que nos precede, con suficiente tino para relacionarla con la velocidad. Es decir que, a más velocidad, mayor debería ser la distancia entre ambos vehículos. Por ejemplo, si nos desplazamos en automóvil a 100 km por hora, sobre pavimento con buenas condiciones de tránsito, debería ser de 60 metros, como mínimo. Ya que no tiene sentido útil la manera de circular “pegados,” pues carece de beneficio alguno. Pero lo peor de todo, es que esta opción se torna muy peligrosa, por lo que conocemos como el innegable riesgo de un “choque en cadena”.
  2. Cuando llueve, recordar siempre que este fenómeno nos disminuye la visibilidad. Además, afecta la intensidad del frenado, dado que estarán mojadas las pastillas del sistema correspondiente. Y es menor la adherencia de los neumáticos sobre el suelo con agua. Aquí también acontece que, a mayor velocidad, mayor es el riesgo. Y más aún cuando atravesamos cruces donde las calles perpendiculares son de tierra, por ejemplo. Pues en tiempos de llovizna, en especial, es frecuente que se forme una película de barro sobre la calzada, a veces casi imperceptible a simple vista y su existencia es muy peligrosa, dado que afecta la intensidad del frenado y la estabilidad del vehículo.
  3. Respetar las reglas de tránsito nos manifiesta como individuos civilizados, cuyo volumen jerarquiza la convivencia, sin la menor duda. Puesto que conduce a proteger nuestra propia vida, la de nuestra familia y del prójimo, sin excepciones. También, nos expone como sujetos de buen talante y, por lo tanto, más confiables.
  4. Bien entendidos los conceptos anteriores, aquí vertidos, el vehículo que conducimos se convertirá del mejor modo en un elemento de placer, porque nos permite acceder con comodidad al trabajo, a un paseo importante o para cualquier otra necesidad que nos podría sugerir el destino. Sin embargo, hay dos situaciones que, por ejemplo, suelen “enloquecer” a ciertos conductores de automóviles y motos, mientras transitan por caminos de montañas con pronunciados desniveles, numerosas curvas y contra curvas, más el caño de escape “libre” en sus vehículos. En consecuencia, no es raro ver a los desaforados que se desplazan embravecidos por la velocidad y el sonido del motor, en tanto que los conductores normales padecen los riesgos y, a veces, las agresiones por “taparles el paso”. Todo lo cual, crea un motivo adecuado y de necesidad imperiosa para que la policía actúe severamente mientras cuida el cumplimiento de las leyes y, sobre todo, proteja a los conductores normales y sus acompañantes. Las leyes están, los carteles de prohibición también, entonces restaría solo la voluntad funcional para sancionar a los infractores. Y así evitar que prospere la anomia.
    No obstante, nos gustaría observar también que las señales de tránsito no sean tan pequeñas y ralas. Por ejemplo, como en Chile, aquí cerca. O en Italia, allende los mares. Finalmente, exponemos dos sitios donde es muy frecuente observar y padecer lo referido en este punto 4.   Se trata de lo que acontece diariamente y, en especial, durante los fines de semana o en días feriados, cuando podremos constatar a lo largo del recorrido que une la Calera con Bialet Masé, pasando por el Dique San Roque. Pero no es el único escenario aquí en las sierras de Córdoba, porque entre otros podríamos agregar el “Camino del Cuadrado”, desde la zona de Salsipuedes y hasta la localidad de Valle Hermoso, es una ruta llena de encanto panorámico, entre curvas y pendientes montañosas. En consecuencia, con el volumen de razones expuestas en este espacio, se justificarían los procedimientos de control y punición adecuados. Pues el respeto y la seguridad ciudadana lo demandan.
  5. En las diversas inclemencias climáticas y, en especial, durante una tormenta en ciernes, un fuerte viento e intensa polvareda o una niebla densa:
    1. Tormenta. Si nos tomara en la calle de algún poblado, conviene refugiarse inmediatamente en una estación de servicio, cochera o en garaje de la propia casa, lo que más a mano esté. Y no olvidar la posibilidad de que esa tormenta podría manifestarse con granizo. ¿Entonces, cómo podríamos pronosticar tal riesgo? Por la compactación de las nubes, donde la densidad y el color oscuro, infunden miedo hasta al profano. En tiempos pasados lo definía el color verdoso de las nubes.
    2. Fuerte viento e intensa polvareda. Este fenómeno natural es muy peligroso. Y más aún si no lo encuadramos en su justa dimensión. En consecuencia, ante un evento de esta índole, el cual, aunque seamos novicios en el tema lo valoramos como severo, deberíamos evitar de continuar transitando. En tal caso, es racional detener la marcha y estacionar lejos de la calzada. Por ejemplo, en un camino perpendicular, una banquina muy amplia o, en su defecto, en una estación de servicio. Todo este resguardo, conservarlo hasta que amaine el temporal y permita reiniciar la marcha con una normalidad adecuada. Pero si, por el contrario, tal densidad nos permitiera transitar con razonable dominio de nuestro vehículo, corresponde encender los faros y marchar a baja velocidad. Todo esto, si el fenómeno natural no es tan severo, por lo que nos permita ver a 50 metros, por lo menos.
    3. En caso de niebla, cabrían las mismas recomendaciones que las destinadas al temporal de viento y tierra. Aunque no infunda tanto miedo, porque la niebla siempre se manifiesta pacíficamente, con una mansedumbre casi romántica. No obstante, la historia demuestra numerosos y graves accidentes causados por los conductores desaforados inmersos en la niebla.
  6. Por último, y en base a las valoraciones expuestas, podremos discernir que el mayor volumen de seguridad en el tránsito vehicular no surge principalmente de la tecnología moderna, sino que emana de la racionalidad en el comportamiento desplegado por el conductor.