Se trata de una derivación lógica, cuando las condiciones económicas, políticas y sociales de un pueblo no favorecen para el desarrollo racional de sus habitantes. En tanto que las posibilidades de realizar un cambio adecuado en breve, se tornan en una vulgar quimera. Entonces, suele acontecer que el camino elegido por los jóvenes y no pocos mayores inclusive, sea el que denominamos “éxodo”. Cuyo destino podría ser, apenas atravesando la propia frontera del país y en otros casos, el vuelo será allende los mares. Lo cual, en ambas situaciones, constituye un verdadero desarraigo, con el triste resultado que horada el sentimiento de las familias, porque deberán, inexorablemente, soportar la desintegración de su núcleo íntimo cuando alguno de sus integrantes abandona el pago. Y cuya derivación, jamás estaría dentro de los planes iniciales y normales que se refieren a los proyectos, porque la naturaleza humana cultiva un sentimiento que induce a permanecer en el lugar donde inició su propia vida o, por lo menos, no alejarse demasiado de él. Dado que es el ámbito normal y eterno, en el cual se atesoran los recuerdos esenciales, aquellos que le dan mayor volumen a la existencia misma.

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