Archivo para julio, 2018

Pienso que el humor ameniza y puede alegrar la vida de todos. En verdad no alcanzo a imaginar excepciones, sin embargo el contenido del ingenio posee matices particulares que definen la cultura de cada pueblo, y su verdadera esencia es atemporal. Por otro lado, si consideramos al humor en escala superior, se trata de un arte limitado a ciertas personas con talento creativo e histriónico, según lo expresaba Albert Einstein: “Sólo a una pequeña minoría le es dable fascinar a su generación a través del humor y la gracia”. En cambio, para el filósofo Friedrich Nietzsche: “La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”.

Y si nos remitimos únicamente al humor chacarero  de  tiempos pasados,  a ese humor que fundaron casi siempre en hechos reales de la vida. En épocas que la cultura campesina era producto de viejas tradiciones, y cuando cada pueblo o comarca instituía un verdadero compartimiento social estanco por carecer, casi por completo, de influencias externas que indujeran a un cambio importante en los usos y costumbres ancestrales. (más…)

En un recóndito paraje  de la “Pampa gringa”, y en tiempos que la música romántica hacía furor en la juventud, más la desinformación social y política que era un clásico para todos los habitantes  de la zona. Allí, en  el preciso instante que el sol comenzaba a despuntar sobre  el horizonte, y la   mañana de mediados de julio se presentaba verdaderamente gélida, en tanto que dentro de un precario corral, sin ningún reparo de vientos ni lluvias, tres tamberos caminaban encorvados entre las vacas, como oponiendo resistencia a la temperatura que intentaba sobrepasar los abrigos superiores, confeccionados a modo de ponchos  y  con arpillera de trama compactada. En esas desapacibles condiciones, dos veces por día  se realizaba la tediosa y eterna rutina del tambo. Uno de ellos, un niño de escasos 10 años de edad, continuamente efectuaba su tarea de pie, posición que en determinado instante le permitió observar un acontecimiento insólito, sin dudas. A su izquierda  y al sur de un pequeño monte de viejos paraísos, apenas a unos 80 metros desde su lugar de trabajo y donde comenzaba un sembradío de centeno, vio que Chilín, un perrito ratonero, de color blanco con algunas manchas negras y marrones, que tendría  4 años de vida, emprendió su hostilidad contra una corpulenta liebre, que tal vez pesaba el doble de su pendenciero  adversario. (más…)