Archivo para noviembre, 2012

Vivíamos en el campo, allí donde transcurría mi niñez de manera sencilla; pero, a la vez, cargada de obligaciones laborales, y una de éstas consistía en la tarea del tambo, tediosa y rutinaria actividad en la que jamás se anunciaban feriados, asuetos o  huelgas; el lugar tampoco admitía espacios para un almanaque, por eso los días eran todos iguales, no había números en rojo, ni decretos del gobierno. En consecuencia, ante esta situación sin remedio convenía diseñar un panorama distinto, y eso era posible sólo desde la propia imaginación emocional; por ejemplo, al disfrutar la naturaleza del lugar, cualquier hecho por más simple que fuera podría convertirse en verdadero acontecimiento  dentro de uno mismo. (más…)

Momentos en que el otoño parecía encaminado más bien al verano, tal como si se hubiera invertido el ciclo normal de las estaciones climáticas del año, y donde el invierno ya no pertenece a esta parte del hemisferio sur. La consecuencia toma sentido si comprendemos que todo este proceso de alteración suele ser también, el modo en que la naturaleza anuncia un cambio en su comportamiento; es decir, que  representa el prólogo de una variación que se va consolidando  y los desequilibrios son manifestaciones normales del proceso natural proyectado en el tiempo.

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Llegamos a Cuzco una mañana  cuando el mediodía estaba muy cerca, en momentos que el sol hacía sentir su intensidad con extraña y misteriosa sensación; tal vez, por sus rayos con energía incaica. Nuestra primera decisión fue  alojarnos y el lugar elegido,  Santa Catalina Ancha al 300, apenas media cuadra de la plaza de armas. Y luego de acomodar los bártulos en la habitación asignada, pronto salimos a caminar con la avidez de aquel que ansía ver muchas cosas en el menor tiempo posible. Algo muy distinto a todo lo conocido se  presentaba ante nuestros ojos, la plaza de armas, su entorno, la iglesia catedral, edificios con largas galerías encolumnadas, sinnúmero de construcciones enigmáticas con alusiones del pasado imperial; todo lo  cual confiere al sitio una auténtica impronta incaica. Cada espacio visitado nos proporcionaba  la mística impresión de que estábamos transitando  sobre el solar que fue  cuna de la gran civilización Inca; cuya capital del Imperio era, precisamente, Cuzco. A ésta ciudad también la llaman: “la Roma de América”, por la cantidad de monumentos  históricos que  alberga.

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