Moscú  es la capital de Rusia, y también el ente federal más poblado del país, con 13.000.000 de habitantes.  Es inclusive la mega ciudad más septentrional de la Tierra y la segunda  de Europa, luego de Estambul. Ubicada  a orillas del río Moscova. Y en su punto más céntrico,  sobre un costado de la Plaza Roja, se sitúa el Kremlin, una verdadera fortaleza  donde  hallaremos  el puesto de trabajo del Presidente ruso, más la sede del Parlamento y múltiples dependencias nacionales. Cuyo complejo  edilicio figura en un predio de 28 hectáreas de superficie, y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por otro lado y desde el punto de vista político, Moscú  fue la base enigmática del  otrora comunismo, que inició con el   derrocamiento del último zar, Nicolás II, en el año 1917, por la Revolución Rusa la cual instaló en el poder a los bolcheviques comandados por Vladimir Lenin. Proceso que se extendería durante el período  1917-1991.

Sin embargo, al disolverse la Unión Soviética a fines de 1991 aparece la Federación Rusa, a través de la cual se intentó fundar una economía de mercado, y de este modo abandonaron la planificación centralizada, la propiedad estatal y las entidades cooperativas que integraban la base de la organización económica soviética. Y en cuya continuidad hasta hoy día no está bien definida la evolución de las instituciones federales, pues el Poder ejecutivo sigue ejerciendo gran influencia sobre el Parlamento, los gobiernos regionales y la sociedad civil, en general.  Con todo y pese a esa tendencia política, se observa en los usos y costumbres de los rusos más jóvenes , en especial, una vida marcadamente  “capitalista” , en la que operan  grandes firmas americanas y europeas localizadas, por ejemplo, en el  imponente complejo comercial denominado GUM, ubicado sobre la Plaza Roja, y en el lado opuesto al Kremlin.  O el Okhotny  Ryad  Shopping Center, enorme y extraño espacio comercial subterráneo, situado por debajo de los  jardines de Alexander, justo al lado del Kremlin y vecino al km “0” de Moscú.

Y si arribamos a Moscú en aéreo, desde cualquier lugar del mundo, conviene aterrizar en el aeropuerto internacional  Sheremétievo. Luego, si el viajero deriva de lejanas tierras, además es detallista y organizado,  debería tener  definido de antemano el medio de traslado al hotel  (que suponemos en el sector céntrico o próximo a él) ¿Para ello qué es lo mejor? Pactar  un transfer  o taxi en el mismo instante de la compra general del viaje. En este caso es probable que sea un poco más oneroso el costo. Pero si usted ignora totalmente el idioma del lugar y necesita hallar las paradas de los medios públicos adecuados  para trasladarse al hotel, sin dudas tal cometido se tornará un suplicio, y más aún si los años acumulados en el cuerpo  ya hacen sentir su fastidioso  efecto. Por lo tanto,  no deberíamos caer en la complejidad donde inclusive ni un celular de última generación  servirá lo suficiente.

Por otra parte, en Moscú resulta imposible alojarse a menos de 10 “cuadras” (la cuadra tiene 100m de largo, según usos y costumbres de algunos países americanos), de la Plaza Roja. Salvo  que su búsqueda esté direccionada a hoteles 5 estrellas únicamente. Pero no es para preocuparse demasiado, puesto que  entorno a los 2 km de dicho punto de referencia, existen hoteles, de cadenas internacionales,  con  3 ó 4 estrellas.  Los cuales  ofrecen excelente calidad, tanto en los servicios, cuanto en las condiciones edilicias. Luego caminar y caminar se tornará, sin dudas, en otro de los grandes placeres del viaje ¿O acaso habría otra manera de grabar, en forma indeleble y duradera, las enseñanzas  que ofrece cada lugar, por la acción de andar a pié  y meditar por cada cosa que nos despierta el interés?

Por otro lado, Moscú se muestra como una ciudad limpia, ordenada y muy segura. Para ello, con policías por doquier, cuyos rostros manifiestan que no están dispuestos a aceptar la desnaturalización del orden público. Por consiguiente, en el preciso instante de la breve meditación al respecto, algo vino a mi mente, y relacionado con lo que sucede en mi país, pero sobre ese tema  preferimos  guardar silencio.

Y en el aspecto  turístico y cultural, ubicamos en los primeros planos a la Plaza Roja y su entorno.  Entonces imaginemos que ingresamos a dicha plaza desde su  costado sur, con tal propósito necesitamos cruzar dos causes paralelos, distante unos 100 metros uno de otro, y que corresponden al río Moscova. Este traspaso es posible mediante un largo puente, que actualmente se halla en reparación.  Y desde este lugar ya tendremos ante nuestros ojos una imagen espléndida y monumental, la Catedral de San Basilio. A la cual debemos ingresar  a pesar de ser un tanto gravoso el costo (16 dólares), pues holgadamente vale la pena, y más aún cuando en una de sus múltiples dependencias escuche la breve actuación de un coro de cuatro integrantes  profesionales que “cantan como los dioses”. En ese instante,  seguro que cualquier viajero “padecerá” una pisca de emoción por su pago, allí donde reside su familia, ahora tan lejano.

 Luego seguimos andando por la Plaza mencionada, de 330 m de largo por 70 m de ancho, cuyo suelo se halla cubierto completamente por adoquines un tanto rústicos. Desde esta zona veremos a nuestra izquierda una gran muralla roja, de  5 a 19m de alto, según la configuración del terreno y cuyo espesor varía de 3,5 a 6,5 m. En esa  estructura se encuentran sepultados el astronauta Yuri Gagarin, algunos líderes del comunismo URSS, por ejemplo, Lósif Stalin. Incluso un escritor norteamericano, llamado John Reed; más algunos jefes militares. En otro orden, y por sobre  esa enorme pared, vista desde la Plaza Roja, asoman algunas  de las múltiples secciones del Kremlin,  de las cuales conviene visitar la Plaza de las Catedrales, donde veremos cuatro Catedrales, y es el sitio en que se realiza la ceremonia de toma de posesión del Presidente ruso. Además, allí veremos el  Cañón Zar Pushka, de 38 toneladas de peso, y puesto en servicio en 1586. Incluso, es posible  apreciar la Campana del Zar, que pesa 216 toneladas, de 6,6 m de diámetro y habilitada en el año 1733.

Y si volvemos a la Plaza Roja, propiamente dicha,  en su  mitad longitudinal hallaremos el Mausoleo de Lenin, cuya entrada es libre. En el lado opuesto, se ubican las grandes tiendas GUM, donde exhiben gran variedad de productos de reconocidas marcas mundiales, pero es imposible descubrir precios bajos. Y muy cerca de la Catedral de San Basilio, existe una construcción circular, de unos 13 m de diámetro por 2 m de alto: “el Patíbulo”, construido en torno  al 1549. Pero no se asusten, pues este sitio nunca se empleó para las ejecuciones, sino que fue ámbito destinado a  publicidad del gobierno. Y ahora, muchos son los viajeros que arrojan  monedas  en su interior al tiempo que piden por un deseo.  Al final, en el extremo opuesto a la Catedral de San Basilio, se ubica la Catedral de Kazán,  y en una de sus dependencias   exponen  un libro de gran tamaño en el cual el visitante podría dejar su impronta reflexiva de ciudadano del mundo. Además,  en ese sector  está  el Museo Estatal de Historia y de manera perpendicular podremos observar  una enorme pared con dos pórticos, cuyos dinteles son notoriamente redondeados,  mientras que uno de ellos está siempre abierto. Y  apenas lo trasponga, tendrá en el suelo una figura que manifiesta el km “0” de Moscú. Luego, unos  60 m más adelante, sobre la izquierda y debajo de los jardines de Alexander, encontraremos el centro comercial Okhotny  Ryad, del cual solo tres cúpulas de cristal afloran levemente en la superficie de dichos jardines.

A continuación, damos la espalda al km “0”, caminamos unos 150m y giramos, por una ancha avenida, hacia la derecha. Y en solo 200m estaremos frente al universalmente famoso teatro Bolshói, donde sugerimos ingresar con visita guiada, pero es posible solo la asistencia grupal en idioma inglés o ruso que  lleva a cabo el personal especializado del mismo teatro, con algo más de una hora de duración. Posterior a deleitarnos con esa imagen cautivante, regresamos al punto de partida inmediata, desde allí pasamos por detrás del Kremlin, y en la mitad aproximada de su estructura, veremos  una pequeña plazoleta toda pavimentada, en ese lugar  giramos hacia la derecha, y de este modo emprenderemos hacia la codiciada avenida New Arbat, de unos 2,5 km de extensión,  donde  podremos disfrutar de múltiples negocios y  gran diversidad de   rubros. Incluso son frecuentes las cafeterías que muestran convidantes ornamentaciones. Y  como epílogo  de  esta descripción vertebral, sugerimos agregar  la visita de algunas estaciones del metro  que son increíblemente encantadoras y, por ello, imperdibles: Kurskaya, Novoslodskaya  y Belorusskaya.

Por sobre cualquier idea, no piense el viajero que podrá comunicarse fácilmente con un ciudadano ruso, pues por más que aflore la buena voluntad, la realidad superará al deseo. Aquí,  tampoco el celular podrá depararle una solución suficiente,   tanto como podrían haberle sugerido  en algún comentario anterior al inicio de esta aventura. También es verdad que en ciertos negocios hallará la atención de personas que hablen otros idiomas, aunque sea de manera chapuceada, igual será muy útil. Por otro lado, si realizamos esta aventura general empleando los servicios de una empresa turística, en buena medida  este problema no existe, porque el guía asignado supera casi cualquier escollo idiomático. Pero, si por el contrario, el proyecto de este viaje contempla desplazarse por  cuenta propia del  interesado, entonces resulta básico el  estudio previo, a través del street  view, para conocer  los caminos que conducen  a cada uno de los lugares  seleccionados. Y si el viajero posee una buena memoria visual, entonces aseguramos que vivirá una especie de encanto adicional, pues allí descubrirá cuál es el verdadero secreto para que cada impronta permanezca por siempre en su memoria.

A modo de cierre deseamos añadir que nuestra  motivación consistió únicamente en acercar al lector una opción ilustrativa que contemple, sobre todo, los sitios de mayor  importancia según la propia valoración y con una estadía menor a la semana. En consecuencia, nunca pretendimos abarcar  todas las opciones, turísticas y culturales, que ofrece esta  bella y enorme ciudad.