Una figura que en otros tiempos, por las noches tiznadas con denso manto oscuro, en medio de un campo, monte o lúgubre recodo del camino, aparecía;  la llamaban la “luz mala” porque infundía terror en el transeúnte. Según cuenta la leyenda, que solía emanar de la nada, irradiando una luz tenue y, a veces, atacaba; emergía con preferencia de pantanos y cementerios, algunos decían que era la manifestación de un “alma en pena”. Representaba un mito asociado al miedo profundo; y  cuando aparecía ante los ojos del viajero, más valía que éste no intentara escapar, porque esa acción produciría la inmediata reacción de la “luz mala”, la cual lo perseguiría cada vez a menor distancia; de este modo, el espanto  situaba la locura  al alcance de la mano.

Luego este sentimiento cambió, pues actualmente sabemos que la “luz mala” o fuego fatuo, que se destaca en la noche, es tan solo una inflamación de ciertas materias (fósforo principalmente), que emana de las sustancias animales en putrefacción (y rara vez acontece con restos vegetales). Sin embargo, este fenómeno lumínico es muy poco frecuente.

Pero ahora tenemos la “luz mala”  moderna, que anda en automóvil, camioneta o moto (en camiones todavía no observamos), aunque no tan nuevos y, algunos, tendiendo a cachivaches, a los cuales se les pretende “disminuir la edad” con esnobismos.

¿Por qué  esa luz no viaja en los vehículos nuevos? Simplemente, debido a que éstos aún poseen los faros de fábrica, diseñados por técnicos especializados en iluminación y humanismo. En cambio,  los que tienen algunos años en el lomo suelen estar manoseados por sus titulares que, por lo visto, no son técnicos ni humanistas.

Una explicación necesaria

Es verdad que los vehículos nuevos, y especialmente los de alta gama, poseen luces de Xenon HID (Alta Intensidad de Descarga), sin embargo los mismos cuentan con faros adecuados, que dirigen la luz donde la necesitamos, ya que se pueden nivelar y tienen una línea de corte de tal manera que no encandilan a los otros conductores. En cambio, los autos con algunos años tienen faroles adaptados a las lámparas halógenas, que son muy distintas a las del tipo HID; en consecuencia, una lámpara moderna colocada en farol inadecuado, hace que a través de la superficie reflectora proyecte gran dispersión lumínica de alta potencia, lo cual sencillamente aniquila la visión del conductor que viene en sentido contrario.

Por eso, si alguien quisiera renovar la iluminación de su auto y lo hace en base a una conducta social respetuosa, debería cambiar totalmente el faro por uno que venga homologado para la luz HID, con dispositivo de regulación. Y jamás invocar, como argumento de defensa, que dicha luz es “legal”, por lo cual la coloca de cualquier modo y sin importar las consecuencias inferidas al prójimo, pues en este contexto pensamos que no debieran admitirse por ilegalidad de procedimientos.

Entonces, señores de la Policía caminera, autoridades e inspectores de tránsito ¿Qué esperan para actuar? Ya es hora de sancionar a los portadores de la “luz mala” moderna, y no debería esperarse que la acción punitiva sea efectiva a partir del llanto.