granizoEn otras épocas, y no tan lejanas, el proceso de una tormenta en formación, que inducía a una próxima pedrea, nunca era demasiado intempestivo, sino que se manifestaba paulatinamente mediante la densidad en la composición y coloración de las nubes, las cuales variaban desde el gris claro, al oscuro, para terminar en el tono verdoso. Este  color anunciaba que la elaboración había concluido y en breve comenzaría la etapa del granizo, luego de muy probables instantes  de lluvia como prólogo del fenómeno climático.

Y casi jamás fallaba el orden  mencionado. Tampoco era frecuente el grosor temerario de las piedras, como sucede ahora, y ni siquiera  los más veteranos recuerdan que haya sucedido de ese modo, incluso, la memoria los lleva recordar que el granizo de tiempos pasados rara vez alcanzaba la mitad de la dimensión del que vemos hoy en día.

En la actualidad observamos un cambio profundo respecto al tiempo, ya no muestra aquellas coloraciones cíclicas en la integración de las nubes descriptas en el párrafo anterior, menos aún una pedrea se anuncia, y a veces sin lluvia previa o en medio de un temporal de precipitaciones empieza a granizar con grandes unidades de hielo, acción que suele hacer mella en sembradíos, frutales, vehículos y cualquier otro objeto vulnerable a los fuertes impactos, además su agresividad pone en riesgo a las personas y animales, los cuales deben lograr rápidamente algún refugio para guarecerse.

 Pero, ¿qué pasaría si un individuo está en ese instante en medio del campo, por ejemplo? En donde, a veces, no es posible encontrar un techo a mano. Por consiguiente, será solo cuestión de ser previsor, pues este recurso sería lo único que lo puede proteger de un serio disgusto, dado que ni la policía tendrá cerca para que ponga orden, tal como  suelen demandarle algunas personas ante ciertos  desenlaces climáticos o naturales.